El agua como eje rector de la vida y de la historia: práctica de campo de tercer semestre de CCH al Museo Nacional de Antropología y al Cárcamo de Dolores.

Las chicas y chicos de tercer semestre y de opción D visitaron el pasado 20 de septiembre el Museo Nacional de Antropología con el fin de apreciar el arte prehispánico en relación con el agua y la economía lacustre de la Cuenca de México, así como otros temas vinculados a los aprendizajes sobre Mesoamérica: fertilidad y agricultura; calendario y astronomía; arquitectura y juego de pelota; sacrificio y ritual; guerra; y registro y escritura.

La arquitectura del Museo enmarca de manera extraordinaria el significado e importancia del pasado y presente indígena para el México contemporáneo. Inaugurado en 1964 el Museo resguarda la colección arqueológica de lo que, desde el siglo XIX, era el Museo Nacional.

Las múltiples imágenes de Tláloc como monstruo con anteojeras y escamas o como un ser con su enorme nariz ganchuda; las celebraciones al agua en el paraíso acuático de Tepantitla; las representaciones insulares de Tenochtitlán en el Códice Boturini; incluso la fuente del paraguas y el estanque en la explanada central del Museo, mostraron la importancia del agua para los seres humanos y para su cultura a lo largo del tiempo.

La reflexiones sobre la importancia del agua se profundizaron cuando visitamos el Cárcamo de Dolores, obra monumental para celebrar la gran obra de abastecimiento de agua para la Ciudad de México, el sistema Cutzamala-Lerma, con sus más de trescientos kilómetros de canalizaciones, que suben el agua más de mil metros, atravesando valles y montañas.

El cárcamo se compone de la fuente —con un alto grado de simbolismo— de Tláloc; el edificio funcionalista con su cúpula; y el mural de Diego Rivera, al igual que la fuente, que hace algunas décadas era subacuático. El mural, además de los logros técnicos de la obra civil para traer el agua a la ciudad, describe la teoría de Oparin sobre el origen de la vida, y muestra gráficamente los seres que surgieron de aquel antiquísimo caldo primigenio, temas que se abordaron en la matera de Biología.

Con la restauración del monumento, el mural dejó de ser subacuático, pero para sustituir el sonido del agua, se colocó una Cámara Lambdoma, cuyas pipas hacen música interpretando información del subsuelo, el agua, el sol y la atmósfera, obtenida mediante sensores, tema que se trabajó en Física.

Además de abordar aprendizajes de las tres asignaturas, la visita también tuvo el propósito de convivir e integrar a la generación entre sí y con sus maestros.

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