XX y XXI Rally Enigmático a pie por el Centro Histórico de la Ciudad de México

El Centro Histórico de la Ciudad de México es sede de innumerables y magníficas construcciones y espacios que recorren todas las épocas de nuestra historia. Por experiencia sabemos que el conocimiento de nuestros alumnos del Centro Histórico es más bien superficial, si no es que nulo. Por eso, desde 1993 y hasta hoy todas nuestras generaciones del bachillerato han realizado esta actividad cuyo objetivo no es conocer el centro, si no animarlos a explorarlo y reconocer su riqueza; es decir, caminarlo.

El rally enigmático a pie por el centro histórico de la Ciudad de México es una actividad lúdica y académica que realizamos el pasado 23 de febrero con nuestras generaciones de sexto semestre (Rally XX) y de cuarto semestre (Rally XXI). Comenzamos la aventura a las 8:30 horas en las arcadas del antiguo ayuntamiento, donde cada equipo de 8 a 12 alumnos, recibió un sobre con el mapa del centro, su reglamento, un cuestionario con temas diversos y cinco enigmas cuya resolución requiere la visita de un lugar específico. La ruta es lineal, por lo que llegar al sitio especificado por un enigma siempre los acerca al siguiente sitio que se deberá alcanzar. La resolución del quinto enigma los lleva a una nueva base donde recibieron otro sobre, con un nuevo cuestionario y cinco nuevos enigmas. En total fueron siete sobres y unos 35 lugares emblemáticos del Centro Histórico.

Pero la cosa no es tan fácil: ¡Hay que resolver los enigmas! Identificar los lugares y realizar las actividades. Las equivocaciones pueden resultar en una larga caminata infructuosa bajo el sol de mediodía; dividir el equipo en un afán por repartir el trabajo seguramente culminará en muchos minutos perdidos tratando de reunir a sus integrantes; la falta de observación o una mala investigación los llevará a tener una resolución incorrecta y penalizaciones sobre su tiempo final.

Los rumbos del rally fueron los alrededores de la calle 20 de noviembre y Pino Suarez; obviamente Palacio Nacional y Catedral; luego hacia la calle moneda, Loreto y San Ildefonso; de ahí Santo Domingo y de regreso al Zócalo solo para emprender el camino hacia el callejón de la Condesa y Los Azulejos; visitamos la plaza Manuel Tolsá; y finalmente los alrededores de La Alameda hasta la base final en la Plaza Juárez.

A las 2:25 de la tarde llegó el primer equipo, acreedor al premio “La estrella fugaz” debido al menor tiempo de recorrido, pero no necesariamente el ganador. El último en llegar arribó a la meta a las 5:30, por lo que se llevó el premio “El caracol parapléjico”.

Más de veinticinco profesores y trabajadores del Colegio participamos en la logística. Colocar las mesas y sillas de las bases; ofrecerles a los equipos agua, barras energéticas y jugos en algunas de las bases; cuidar los límites del rally para que los entusiastas no emprendieran caminos incorrectos; y por supuesto calificar el Rally.

El rally es contra tiempo. Se toma la hora de salida y de llegada. Todos los equipos están obligados a recorrerlo. Pero lo importante es la calificación: cada pregunta de cuestionario incorrecta penaliza 5 minutos y cada enigma no resuelto 10; las bonificaciones y los premios, como algunos disfraces, canciones, maquillajes, dibujos, cartas o poemas, restan 10 minutos al tiempo final y abrir el sobre rescate penaliza 45 minutos.

Además del ganador, y los premios antes mencionados, el rally otorga los premios: “El académico del año”, al rally mejor resuelto; “El cartógrafo del año”, al mapa mejor marcado; “La brújula de Colón”, a la ruta más complicada; “El jilguero revolucionario”, al corrido mejor cantado; “El pincel de Miguel Ángel”, a la mejor fachada de la catedral; “El sastrecillo valiente”, al mejor disfraz; “El lápiz labial de oro”, al mejor maquillaje; “Los cuatro jinetes del apocalipsis”, a la mejor caja de pandora; y “La epístola amable”, a la mejor carta a su maestro de historia o de ciencias políticas.

Primero entusiastas e intensos, pero desconcertados porque todavía no entienden nada; luego cansados, asoleados y quizás enojados a mediados del rally; y al final entusiasmados porque son de los primeros en llegar o resignados por las largas horas; los alumnos siempre acaban con una sonrisa y un recuerdo memorable.

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