Celebración en Veracruz

El pasado fin de semana en el hermoso Puerto de Veracruz se llevó a cabo un conmovedor evento en el que se celebró  el 75 aniversario de la llegada del Sinaia, el primero de los barcos que trajeron a México los cerca de 25,000 exiliados  españoles que en 1939 llegaron a nuestro país.

En dicho barco viajaron 307 familias que tras cruzar los Pirineos o abandonar los campos de concentración en Francia, buscaban en México un lugar para huir de los horrores de la postguerra.

La ceremonia fue organizada por varias instituciones entre las que se cuenta el Ateneo Español, el Gobierno de Veracruz, el Instituto Nacional de Bellas Artes , la UNED y la Universidad Veracruzana. Se presentaron  dos conferencias magistrales,  cuatro documentales  y se develó una placa en señal de agradecimiento a México y a Veracruz.

Durante la develación tomaron la palabra las autoridades del estado, la presidenta del Ateneo español, Carmen Tagüeña, y dos mujeres que siendo pequeñas viajaron en el mencionado barco. Sus palabras se centraron en agradecer a México y al entonces presidente Lázaro Cárdenas su solidaria generosidad, que a lo largo de estos 75 años les permitió asentarse, vivir tranquilos y  formar familias que hoy son esencialmente mexicanas.

El Colegio Madrid, como una de las instituciones orgullosamente fundadas por el Exilio Español y que desde hace 73 años se dedica a instruir alumnos usando como base los preceptos generados en la Segunda República Española, se unió a este caluroso y entrañable agradecimiento.

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Comments (1)

  • El municipio de veracruz desaparece el monumento donde apenas hace unos cuantos meses de develó una placa conmemorando el 75 aniversario.

    Manuel Polgar Salcedo.

    Y por si algo le faltara a nuestro pobre Estado fallido, y a su desmantelado Puerto, ahora miro con profunda tristeza -o mejor dicho, no miro- el pequeño pero lleno de gran simbolismo Monumento a la Emigración Republicana que se encontraba, desde hace varias décadas, a las afueras del edificio de la Aduana (hoy también, por cierto, desmantelado para convertirlo en una sede más de la Secretaría de Marina; como si no se hubieran apropiado ya, de medio malecón y zonas cercanas). Sí, por aquí llegaron miles de hombres perseguidos, cuyo único delito fue defender, con la vida misma, una aplastante victoria que habían conseguido en las urnas. Lo demás ya lo sabemos: los asesinatos despiadados de Franco, sus alianzas con Hitler y Mussolini y el haber usado al pueblo español como campo experimental para lo que vendría durante la Segunda Guerra Mundial bajo la complaciente y temerosa mirada de las «Democracias Occidentales». México y la URSS fueron, por supuesto, las valerosas excepciones: el tiempo les daría, de sobra, retribuciones enormes por haber recibido a la mejor generación de españoles en esta tierra. A punto están de inaugurar su irónicamente llamada «Plaza de La República» y nos despojan de un sentimiento más, de un recuerdo: de un anhelo que nunca olvidamos. ¿En casa de cuál servidor público aparecerá el bronce, quizá fundido, de aquel pedazo de corazón nuestro? Pobre País, empeñado en borrar de tajo, absolutamente todo aquello que nos daba sentido de pertenencia y de inmensa gratitud. ¡Queremos la placa de vuelta, en su sitio original!

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