La importancia de la integración

En las disciplinas artísticas es complejo, más no imposible la posibilidad de organización y creación de proyectos conjuntos con una visión y metas claras.

Así, es que existen esfuerzos interesantes y con el proyecto de exhibición Después del Sinaia, Introspecciones de un exilio, se procura sumarse a dicho conjunto de iniciativas colectivas para fomentar la cultura visual y al mismo tiempo homenajear a quienes desde hace 75 años, han sumado a la república de México su humanidad e ideas.

El proyecto que hoy por hoy se exhibe en la Unidad Cultural Lázaro Cárdenas, ha sido concebido con el afán de conjuntar visiones frescas de exalumnos del Colegio Madrid en torno a la experiencia del exilio español en nuestro país. Pues bajo la hipótesis de resignificar 75 años de otro tipo de sincretismo hispano – europeo en México, creemos los integrantes del proyecto (procedentes de la facultad de Artes y Diseño de la UNAM, de la facultad de Arquitectura de la UNAM y de la Escuela Nacional de Pintura, Escultura, y Grabado, La Esmeralda, del INBA), que no podía ser únicamente con la muestra de una memoria fotográfica que año con año, a pesar de mantener el recuerdo y la importancia tan sensible de dicha experiencia binacional, no procuraría el enaltecimiento profundo de los valores republicanos en este nuevo siglo que corre y en un país tan convulsionado como México. La libertad, la igualdad y la fraternidad es lo que nos volvió a conjuntar, y  nos ha hecho colaborar.

Los integrantes: Fernanda Hernández Pavón,  Jimena Acosta, Jerónimo, Jerónimo Sainz  arquitectos, Triana Parera, Marcia Fajardo, Jorge Trujillo, artistas visuales y Ana Galán Souto, recién egresada del colegio y artista visual de igual manera, completan el conjunto heterónomo en estas visiones del exilio y de la Guerra civil española.

Lo anterior, derivado también a que pertenecemos a distintas generaciones y nuestra forma de relacionarnos con ambos sucesos históricos, singulariza cada una de las piezas expuestas desde el 24 de septiembre.

Todos los que participamos en el proyecto, además de reflexionar y producir objetos e imágenes específicas, nos dimos a la tarea en varias sesiones de trabajo, de compartir material fotográfico, materiales de producción, resolver limitantes técnicas y compartir puntos de vista para incluso discrepar de cómo podía gestionarse y configurar el modo de trabajo mínimo y necesario a pesar de las múltiples actividades de cada uno de los integrantes. Juntas durante varios meses en las casa de Fernanda o Triana, juntas en mi estudio de la colonia Roma, juntas en cafés al sur de la ciudad e incluso alguna junta en las instalaciones del Colegio Madrid, fue donde cohesionábamos e integrábamos las ideas para finalmente concluir las piezas.

No sin diferencias y complejidades en la gestión del proyecto, pero con más afinidades para integrar la solidaridad artística, lo fundamental desde el inicio hasta la inauguración del proyecto era mantener el ímpetu de trabajo colectivo.  Y aunque en ocasiones pensábamos en desistir y abandonar el proyecto a falta de patrocinios o de interés, lográbamos seguir con el deseo deplasmar y comprender nuestro presente desde varios procesos históricos que no nos tocaron directamente y que aun así han sido fundamentales.

En lo que respecta a varias de las piezas, fueron realizadas con técnicas mixtas que conjuntan transferencias a color y la intervención sobre la superficie  fotográfica con pintura, hilo, grafito o el mismo collage. Las transferencias a color permitían por un lado, mantener la imagen histórica, pero también generar una superficie adecuada para literalmente hacer todo lo que uno deseara y parafrasear una imagen del pasado a una visión del presente. Ésto, nos dio diferentes márgenes técnicos para aplicar nuestra creatividad y transitar entre procesos analógicos y digitales.

De cualquier manera, todos los participantes cuyo origen es el Colegio Madrid y el estudio de la forma emanada de la Academia de San Carlos, desde la arquitectura o las artes visuales, seguimos trabajando para que el proyecto no caiga en una anécdota más de la memoria del exilio, y pueda crecer y seguirse ampliando a más creadores cuyos valores sean afines al republicanismo.

Después del Sinaia,  seguirá su trayecto después del Colegio Madrid al Orfeó Català de Mèxic, en la calle de Marsella 45 de la colonia Juárez en la Ciudad de México, con el objetivo de seguir integrando introspecciones de un exilio y buscando nuevos puertos que puedan fomentar los valores republicanos en el siglo XXI y procurar que no se olvide una de la últimas migraciones más importantes para México.

Jorge Trujillo

Ciudad de México, 2014

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