El Colegio Madrid honra a la República haciendo República en México: Manuel Gil Antón en el segundo Coloquio de Profesores del Colegio Madrid.

Con un estilo ameno, lleno de imágenes nítidas, a veces muy personales y otras veces ilustrativas de realidades generales, el pasado viernes 29 de mayo el doctor Manuel Gil, miembro de la Junta de Gobierno del Colegio, nos acompañó en nuestro segundo Coloquio de Profesores del ciclo escolar 2014-2015, con una esclarecedora charla sobre la realidad educativa mexicana, después de la mal lograda reforma; en la cual expuso, además, sus propuestas de una verdadera Reforma Educativa y el lugar que debe asumir el Colegio Madrid ante esta situación.

Manuel comenzó diciendo que, así como lo fue el proyecto educativo de la Segunda República Española, la educación actual de México debe incluir la idea de un mejor país, parte central en la construcción de la democracia, la libertad y el respeto a la dignidad humana. Y para lograr esto se debe de pensar la educación desde la equidad; donde todos y todas las niñas y muchachas tengan acceso a una buena educación obligatoria con todo lo que ello implica, y donde obligatoria significa que es un derecho de todo mexicano.

Sin embargo la realidad es otra: el rezago educativo del país es pasmoso con 5.4 millones de mexicanos que viven en el analfabetismo y la indigencia; 10.1 que no tienen la primaria terminada y están en la pobreza extrema y 16.4 sin secundaria y en la pobreza a secas; en total 31.9 millones de mexicanos entre los 15 y los 64 años quienes de facto no han tenido ni tienen el derecho a la educación.

El abandono y la desafiliación a la educación llegan a cifras increíbles. Manuel nos advirtió de no llamarle deserción, porque eso implica una especie de traición, y las razones de la desafiliación de la educación formal están lejos de la voluntad de los estudiantes y una posible traición ¡Son las condiciones estructurales del sistema educativo las que expulsan a los alumnos de las escuelas! —De paso también nos mostró que el término “nini” es igualmente injusto por la misma razón y nos propone el concepto “sinsin”, sin educación y sin trabajo, igualmente por razones estructurales y no personales—. Comentó que cada año abandonan la escuela alrededor de un millón de niños y jóvenes, de los cuales cerca de 800 mil no regresarán. Y para dimensionar la cifra nos hizo ver cómo a lo largo de 200 días de clase, 33 mil salones de escuela, con 30 alumnos cada uno, se vacían; 165 salones cada día que pasan del bullicio y la algarabía al estar llenos de niños y niñas, al vacío y el polvo.

Y cuando introducimos la noción de buena educación, la situación es catastrófica; sólo hay que ver la incapacidad de la mayoría de los egresados de la educación básica y de la educación media superior —que pronto será también educación básica— para una adecuada comprensión lectora y redacción.

Y es aquí donde entra el problema de la equidad. El sistema educativo mexicano ha reproducido el fenómeno de que origen es destino. Y mediante estadísticas muy claras Manuel nos mostró como son precisamente los cuatro deciles con menores ingresos de la población los que son, por mucho, los más vulnerables a la desafiliación de la educación formal; y en sentido inverso, son los jóvenes cuyos padres tienen un mayor nivel educativo quienes tienen mejores opciones de llegar a la universidad y los posgrados.

La educación, la buena educación, sentenció Manuel, debe reducir la distancia entre la condena de las coordenadas del nacimiento y las coordenadas de los logros; es decir que la cuna no mande, que sean los roles adquiridos, los roles de la educación, los que definan a las personas y no los roles adscritos, las condiciones de nacimiento, las que se impongan. Ese es el gran reto de la educación de hoy: ¿Cómo hacemos que la escuela sustituya la ausencia de capital cultural de la familia?

Abordando la reciente Reforma Educativa, Manuel Gil dijo que, en el mejor de los casos, la mal llamada reforma sólo aborda los medios de una reforma y no la Reforma Educativa Estructural que es necesaria. Las autoridades han hecho un reduccionismo unicausal de los problemas estructurales, centrando el problema en los profesores. Aceptando que los profesores son parte del problema, dijo que no puede haber Reforma sin cambiar de fondo el modelo educativo y los planes y programas de estudio.

La creación del Instituto Nacional de Evaluación Educativa (INEE) y el cambio jurídico han reducido las soluciones a la evaluación, que es el equivalente a curar la enfermedad a termometrazos. A la idea de que sólo lo que es evaluable lo podemos mejorar, Manuel Gil nos dice que si no medimos lo que es valioso corremos el riesgo de sólo valorar lo que es medible. Unas horas después de la conferencia la Secretaría de Educación Pública anunciaba la suspensión indefinida de la evaluación.

La reforma lo único que ha hecho es abaratar el despido de los maestros y advirtió que todo mundo nos dimos cuenta de la reforma al artículo tercero constitucional, que incluyó el concepto de educación de calidad; pero casi nadie vio la reforma al 73 constitucional, sobre las funciones del Congreso de la Unión, que de facto reduce los derechos laborales de los maestros y deja la condiciones de trabajo de los maestros al único arbitrio del Congreso.

Se creyó que el único problema de la educación era el sindicato y su lideresa, y que con la reforma el gobierno recobraría la rectoría sobre la educación. Esto es falso, dijo Manuel, ya que el gobierno ha sido igualmente responsable de la crisis educativa en sus tratos con el sindicato; en realidad el encarcelamiento de la expresidenta vitalicia del sindicato fue para recobrar la rectoría sobre el sindicato.

En la última parte de la charla abordó su idea de una buena educación. En la educación lo fundamental es la relación maestro alumno, como la elipse de Kepler que tiene dos focos. En el caso de los maestros no se trata de tener eruditos o sabios, sino expertos en enseñanza que tengan un gran conocimiento pedagógico del contenido, es decir, los contenidos en sí, más los elementos fundamentales para su enseñanza a los niños y jóvenes. Comentó que la carrera magisterial, los cursos, y los proyectos de profesionalización han fallado porque son verticales, desde la autoridad, sin preguntarle a los verdaderos expertos: los maestros, sus posturas y necesidades. Deben ser los expertos en educación, los maestros del aula, quienes desarrollen sus proyectos de profesionalización y no las autoridades, desde los escritorios. La regulación desde afuera no es profesionalización.

Sobre los alumnos comentó que nuestro sistema educativo premia la repetición y castiga la pregunta, cuando debería ser al revés. En el vínculo maestro alumnos deben surgir ambientes de aprendizaje donde ocurra el ¡Órale, ya entendí! Formar alumnos críticos, que aprendan con autonomía y en solidaridad con los demás. La educación debe hacer república; es decir generar ciudadanía a partir de hacer alumnos críticos y responsables. México tiene un gran déficit de ciudadanía y esto se debe atender desde la educación.

El Colegio Madrid honra a la República haciendo República en México creando ciudadanía, generando alumnos críticos que sepan preguntar y que impulsen el cambio social. El Colegio Madrid, concluyó Manuel Gil, debe aportar a su entorno educativo local contaminando con sus ideas pedagógicas y sus buenas prácticas docentes, a partir del programa de Formación Docente, con base en talleres, al cual el Colegio le está echando mucho esfuerzo.

Les recomendamos leer los artículos de Manuel Gil en la publicación electrónica de la UAM Educación Futura www.educaciónfutura.org.

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