El cierre de nuestra campaña en El Rosario, 2015.

El 26 de julio cerramos nuestro trabajo de este año El Rosario, Tlaxcala tras siete semanas de campaña de alfabetización. Se trató de un periodo de trabajo arduo, de mucho compromiso y sobre todo de mucho amor.  Tuvimos un buen número de educandos con los cuales compartimos la felicidad que trae el diálogo y el aprendizaje en comunidad.

Fue muy significativo para todos los que formamos parte del proyecto haber recibido el apoyo de nuestra propia comunidad para poder realizar la campaña de 2015. Muchas gracias por su participación en los eventos en los que estuvo presente Alfabetización, por sus aportaciones durante el acopio, y por todas las muestras de solidaridad.

En esta ocasión queremos compartir con toda la comunidad una carta que nos llegó tras la clausura de la campaña por parte de la mamá de uno de los alfabetizadores, pues nos parece una reflexión importante sobre lo que significa este trabajo para todos los que estamos de algún modo vinculados al proyecto de Alfabetización del Colegio Madrid.

Hola a todos:

Todavía con el recuerdo del cierre de campaña de ayer, me atrevo a enviarles unas líneas porque he estado muy emocionada.

Algunos de sus alumnos comentaban que al principio pensaban que «los muchachos iban a alfabetizar porque les iban a subir calificaciones», pero que luego supieron que no, que ustedes lo hacían porque sí, y que eso los sorprendía.

Ayer, mientras los escuchaba hablar, yo pensaba que se estaban cumpliendo diez meses del crimen de Ayotzinapa. En esa pequeña comunidad estábamos reunidas personas muy distintas, algunas más favorecidas en algunos aspectos que otras, pero ninguno de nosotros responsable directo de lo que está pasando con nuestro país. Quienes convivíamos en la casa ejidal solamente somos habitantes comunes de una realidad muy ofensiva. Ninguno de nosotros es culpable ni de sus tragedias mayúsculas, ni de las cotidianas, a las que los alfabetizadores tuvieron en estas semanas un mayor acercamiento.

Hace unos días escuché que un periodista se dio a la tarea de sintetizar con una palabra el espíritu nacional de varios países. Para México escogió «aguantar». Vivimos una etapa muy dura. No recuerdo un tiempo aquí de mayor desigualdad, impunidad, violencia, autoritarismo y  represión generalizada.

No sé si el periodista tiene o no razón, pero su idea no me parece descabellada. Pensé que el aguante produce frustración, resentimiento, pérdida total de cualquier esperanza. Sobre un pueblo deliberadamente deseducado, como dice Herman Bellinghaussen, esta es una receta letal.

Pensaba ayer que lo que han hecho ustedes con su trabajo a lo largo de este tiempo (siete semanas y treinta años) es una de las muchas maneras en las que se puede hacer un contrapeso al aguante y sus efectos. No sólo han descubierto una nueva manera de conocerse y relacionarse entre ustedes mismos. Están contestando a la injusticia con fraternidad, a la discriminación con solidaridad, a la violencia y al miedo con acción pacífica, al clasismo con humildad, a la desesperanza con entrega. No parece poca cosa.

Gracias a todos ustedes por todo esto y por invitarnos a compartir un pedacito de sus días juntos.

Saludos y un abrazo,

Carmen Curcó

 
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