La Asamblea de Asociados del Colegio Madrid presente en la ceremonia de reconocimiento al personal y alumnos del Colegio.
Palabras del ingeniero Javier Brosa Curcó a nombre de la Junta de Gobierno durante la ceremonia en reconocimiento al personal del Colegio Madrid por su actuación durante las emergencias de las semanas pasadas.
Amigos todos
A pesar de que fue promotor de esta merecida celebración, con todo el interés de participar en la misma, un compromiso ineludible de última hora no ha permitido que Jaime [del Río] estuviera con nosotros, y me pidió que les dirigiera unas palabras en su nombre.
En estos días posteriores al sismo, la mayoría de las conversaciones han girado en torno al mismo. La Junta de Gobierno no ha sido ajena, máxime, por lo que aconteció en el Colegio.
A los pocos minutos que tuvo lugar el sismo, nos llegaron buenas noticias del Colegio: Se había logrado una evacuación total; ya se encontraban todos en el campo de futbol; se había suspendido el transporte escolar y había algunos daños en algún edificio del Colegio. Lo único importante, la gente, estaban todos bien.
Los primeros comentarios que se suscitaron, fue que había sido una suerte que evacuaran todos sin daño. Cuando hicimos una visita de reconocimiento a las instalaciones, esa idea se multiplicó ¡Qué suerte que no haya habido ningún herido! Sin embargo, la suerte, en general, es de quien la busca, trabaja y se prepara para tenerla. El Colegio ha trabajado y se ha preparado para estas eventualidades por más de treinta años y no es fortuito que se haya logrado el éxito que se tuvo. Como toda en la vida este acontecimiento nos enseñó que todavía se pueden hacer mejores.
Al paso de los días, y al ver el éxito de la evacuación y el magnífico trabajo que desempeñó la comunidad, se alzaron muchas voces solicitando que se les hiciera un reconocimiento a los responsables de este logro. Hasta hoy, no hay nadie que cuestione este argumento. Desde la primera reunión de la junta se abordó el tema. Pero la gran preocupación que teníamos, era no omitir a nadie que lo mereciera. Sería un error imperdonable. La comunidad en pleno hizo propuestas. Se incorporaban, se conocían historias y anécdotas de lo sucedido. Una que nos sucedió a Jaime y a mí fue cuando coincidimos con una maestra de preescolar en un restaurante. Al saludarla, era impensable no felicitarla por la maravillosa actuación que tuvieron al evacuar a los pequeños, con los cristales rompiéndose, necesariamente asustados, y ninguno sufrió el más mínimo rasguño. Su respuesta fue de corazón, fue contundente: “los más valiosos y los verdaderos héroes, fueron los pequeños. Se caían, se levantaban, se ayudaban.” El trabajo que ellas realizaron fue, por decir lo menos, admirable.
Pero es ineludible pensar en la labor de los pequeños y, extrapolándolo, de todos los alumnos. Es impensable que en un evento de esta magnitud, el éxito se deba en alguien en particular. Necesariamente es el trabajo desempeñado por todos y cada uno de los presentes. El trabajo de algunos más visible que el de otros, pero hasta el trabajo más discreto fue necesario en el éxito logrado y, por ende, merece todo nuestro reconocimiento.
Dicen los que saben, que no se debe dar reconocimientos al calor de los eventos, porque se suelen sobredimensionar los logros y el valor de las personas, por una carga emocional natural. Se proponen tiempos para hacerlo, para que la sensatez impere. Ya ha pasado un tiempo prudente. Quizás no el que debería —las emociones siguen en flor de piel— pero el suficiente para no sobredimensionar el desempeño de la gente y reconocer a quien haya que reconocer.
Las más de dos mil personas presentes en las instalaciones se comportaron de forma extraordinaria. Cada quien de acuerdo a lo que le tocaba hacer y ayudaron a su compañeros a concretar lo que les correspondía, logrando el éxito que todos conocemos. A nosotros, como representantes del Colegio, nos corresponde agradecerle, a cada uno, su valiosa participación en la evacuación del sismo.
Como bien dicen los reconocimientos que les han dado o les darán: en nuestra lengua existe una palabra que lo resume todo; en este momento me voy a permitir agregar otra: MUCHAS GRACIAS.