Visita al Instituto de Ecología y el Laboratorio Nacional de Ciencias de la Sostenibilidad (LANCIS).
El pasado martes 10 de abril, el grupo que integra la Opción B, como parte de la formación e introducción relativas al quehacer científico y su papel y aplicación en la transformación de nuestra relación con los sistemas vivos, acudió a dos instancias de la UNAM: el Instituto de Ecología y el Laboratorio Nacional de Ciencias de la Sostenibilidad (LANCIS). Durante nuestra visita, además de conocer ambas instalaciones, escuchamos a investigadores y estudiantes hablar de su trabajo docente en general y de los proyectos que están desarrollando.
En el Instituto de Ecología, el primer experimento que nos presentaron era de una bióloga estudiante de la maestría que se enfocó en los abejorros, importantes polinizadores de cultivos esenciales para nuestra dieta a nivel global, como son el pimiento y el jitomate (tomate saladette), y en la relación entre su comportamiento y las variables que pueden presentar las flores que polinizan, como cantidad, calidad y disponibilidad del polen. Nos hablaron también de la flora y fauna de la Reserva Ecológica del Pedregal, que está dentro de Ciudad Universitaria y reflexionamos a cerca de la importancia de la preservación de las distintas formas de vida y nuestro papel en ésta, además del impacto económico; de la transversalidad de las problemáticas ecológicas.
Los siguientes proyectos de investigación abarcaban dos formas distintas de trabajar en el área; una, desde el laboratorio y otra, mediante el llamado trabajo de campo. En la primera, se utilizaban microorganismos, en específico cianobacterias, cuya importancia radica en su capacidad de hacer fotosíntesis y por consideradas las precursoras de la mayoría de las formas de vida que podemos ver, al depender la mayoría del oxígeno; no obstante, también se descubrió una bacteria no identificada, cuya estructura y capacidad para producir lípidos, podría ser clave en el despegue de una industria de los biocombustibles.
Por otro lado, nos presentaron una investigación realizada con cactáceas y la manera en la que se desarrollan y adaptan en diferentes condiciones de sustrato, y de otros polinizadores de importancia sin precedentes y que muchas veces no son tomados como tal: los murciélagos.
Posteriormente, nos llevaron al LANCIS, famoso porque el 80% de la energía que consume proviene de energías renovables, limpias. Dentro de él, conocimos máquinas muy especializadas, que pueden codificar el genoma de cualquier organismo y lugares en los que se dedican a analizar muestras de sitios en los que hay problemas ecológicos, ya que aunque sea evidente, se necesitan pruebas científicas para demandar efectivamente una acción por parte del gobierno al respecto de su protección.
Para cerrar el día, volvimos al Instituto de Ecología, y conocimos un lugar de incubadoras de especies vegetales, que recrean lo más cercano posible a la realidad, las condiciones específicas en las que se desarrolla cada especie; de esa manera se estudian las condiciones para las que está adaptada la semilla para crecer, esto se utiliza en la industria agrícola, pues es importante que los ejemplares cultivados crezcan al mismo tiempo y casi de la misma forma, pues a la hora de la cosecha, todos los organismos deben estar en la madurez específica para su venta o transformación en otro producto.
Está práctica motivó. Y personalmente, creo que siempre es importante entender que lo que vemos dentro del salón de clases no es un saber para terminar el temario y sacar alguna calificación para un certificado; lo más importante es entender que lo que hacemos tiene sentido en el ámbito social y que nuestros estudios científicos deben estar direccionados a una transformación, como dije anteriormente, de nuestra relación con el sistema vivo del que somos parte y del que nos hemos desnaturalizado a lo largo del tiempo.
Clara López Opción B