El libro de las investigaciones medianamente serias, de Alejandra Ortiz Medrano.
En 2013, la conocida revista National Geographic buscó a algunos investigadores para hacerles una pregunta que tal vez muchos hemos hecho: ¿Por qué cantan los gallos al amanecer? La primera respuesta que dieron los investigadores no se dirigía precisamente a explicar el fenómeno del canto de los gallos sino a la sorpresa de que tal pregunta no había sido formalmente planteada por la ciencia aunque fuera algo que muchas personas, desde hace mucho tiempo, observan; algo tan simple como el canto de los gallos. Uno de los mensajes que compartieron los investigadores fue que «muchas veces no pensamos en estudiar lo que aparece justo delante de nosotros».
¿Cómo estudiar lo que aparece justo delante de nosotros? Al parecer, algo importante es darle una oportunidad a la ciencia para responder nuestras preguntas, aunque no parezcan tan serias. El pasado 18 de octubre, en el Auditorio del Colegio, contamos con la presencia de Alejandra Ortiz Medrano, exalumna y hoy bióloga y divulgadora de la ciencia, que presentó El libro de las investigaciones medianamente serias (Planeta, 2019) para estudiantes de primer y tercer grado de Secundaria. El libro explora aquellas respuestas que explican desde la ciencia, distintos aspectos de nuestra vida cotidiana que pueden provocar preguntas tan simples y comunes como interesantes. ¿Por qué algunas personas se parecen a su perro?, ¿Hace daño tronarse los dedos?, ¿Es necesario bañarse diario?, son algunas preguntas que parecen broma pero pueden tomarse de forma medianamente seria y utilizar a la ciencia para responderlas.
Un mensaje importante que compartió Alejandra durante su presentación fue un recordatorio de que cualquier persona puede ser investigadora medianamente seria. Además, que el trabajo de la ciencia -que nos ofrece conocimiento sobre el mundo-, puede ser también algo divertido que nos permita comprender mucho de lo que nos rodea en el día a día. A lo largo de una hora, dedicamos un espacio a compartir algunas preguntas que parecen no ser tan serias y nos sorprendimos con las respuestas; además de plantear nuevas preguntas que en el futuro, quizás, puedan ser retomadas por alguien dedicado a la ciencia, o por nosotros mismos. La divulgación de la ciencia es una tarea muy importante porque conecta a la población en general con una de las actividades humanas que generan conocimiento mediante la investigación, sin importar si nos dedicamos profesionalmente a ello o no. Tal vez uno de los mensajes más evidentes de este libro, es que vale la pena hacernos esas preguntas y confiar en que podemos responderlas mediante la ciencia, teniendo la certeza de que ese intento puede ser divertido e interesante.