Revisando las múltiples y diversas expresiones culturales y artísticas de Oaxaca.

Con los propósitos de reconocer las supervivencias del mundo prehispánico y colonial en la sociedad mexicana actual, así como revisar el arte, la artesanía y la gastronomía oaxaqueñas a lo largo de la historia, lleno de elementos como diversidad, sincretismo, tradición, modernidad, patrones, coloridos, diseño, olores, sabores, entre otros, los alumnos de la opción D, acompañados de sus profesores de Teoría de la Historia, Historia del Arte y Diseño Gráfico, realizamos una práctica de campo a Oaxaca del 5 al 9 de marzo.

Comenzamos con la máxima expresión en Oaxaca del gigantismo arquitectónico del periodo clásico mesoamericano, Monte Albán, literalmente en la cima de un cerro aplanado, con su gran plaza, el edificio J, conocido como el observatorio, las estelas de los danzantes, y sus tumbas en la parte norte del sitio. Continuamos en Cuilapan de Guerrero, y su gran basílica sin techo, así como su claustro, con pinturas a la grisalla y el refectorio con sus murales de la última cena y de santos dominicos.

Gran parte del trabajo fue realizar catálogos electrónicos con fotografías de edificios prehispánicos y coloniales, de dioses mesoamericanos y santos cristianos, analizando su iconografía, así como de productos artesanales y alimentos típicamente oaxaqueños.

En el recorrido del segundo día visitamos Mitla con sus patrones y grecas, tanto en los muros como en los textiles; Yagul y su estupenda vista desde la cima del cerro en el fuerte, Lambiteyco y los e impactantes mascarones de Cocijo; El Tule con sus dos milenios a cuestas, y Tlacochahuaya, pequeño templo y claustro de retiro y descanso de los dominicos, con su coro y órgano, que emocionan.

El día de la ciudad comenzó en el Jardín Botánico, que recién inauguro un invernadero para plantas húmedas, y seguimos con los grandiosos templo y convento de Santo Domingo, en una de cuyas salas está el extraordinario tesoro de la tumba 7 de Monte Albán. También vistamos el mercado, la Catedral, la Soledad, el Museo Tamayo y su increíble colección de arte prehispánico, los lavaderos de las monjas catalinas y el Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca (IAGO). En sus calles y plazas nos tocó presenciar dos bodas con sus bandas de música y las infaltables mojigangas.

Finalmente hicimos un recorrido por los pueblos de artesanías, donde apreciamos las formas de trabajo tradicional, en San Bartolo Coyotepec, San Martín Tilcajete, Santo Tomás Jalieza y Ocotlán de Morelos.

En los seminarios reflexionamos sobre los temas de arte oaxaqueño prehispánico, colonial y contemporáneo; artesanías, gastronomía, grupos étnicos y lenguas, organización municipal de usos y costumbre y María Sabina y rituales con hongos alucinógenos.

Regresamos a México con los ojos llenos de colores, formas y patrones; con el gusto a chapulín, tlayuda y coloradito, abrumados por una enorme diversidad de tradiciones y miradas al mundo a través de las lenguas, con una mucho mayor conciencia de la profundidad histórica de México y su riqueza cultural.

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