“Siempre que te encuentro” Huasca de Ocampo, práctica de campo de 2º año de Secundaria. Encuentro de adolescencias.
Llevamos ya tres años realizando la práctica a Huasca de Ocampo. Con un largo recorrido probando varios lugares con las generaciones de segundo, hemos pasado desde Catemaco, Guanajuato, Michoacán, hasta Oaxaca, para llegar ahora a Hidalgo, siempre con la firme idea de que se puede aprender extramuros y haciendo trabajo interdisciplinar para lograrlo.
Huasca es la primera práctica de estancia nocturna que tienen los chicos en la secundaria. ¡Tres días y dos noches! las dos primeras semanas de marzo, como reza toda buena promoción publicitaria. Después, en tercero vendrán más y en ese sentido, esta salida se vuelve propedéutica.
A la mayoría les emociona la idea, no es precisamente un campamento ni una excursión, pero parece lindo el quedarse a dormir con sus compañeros de salón justo a la mitad del año, a la mitad de la secundaria y a la mitad de la adolescencia.
“…¡No lo olvides!
Hay que llevar la botella, la válvula y la bomba de aire para el ejercicio de presión, las cartulinas para construir el prisma que vamos a medir, los imanes para separar el metal que vamos a recolectar en la barranca, las tijeras, las revistas y los colores para construir la figura de un adolescente…” , su figura.
Partimos de playera roja, el manual de la práctica en mano y la ilusión de estar fuera de la escuela y de la casa con los amigos de la generación. Es cierto que vamos a realizar un trabajo académico, pero además vamos a divertirnos y a compartir.
Llevamos dos años visitando la secundaria pública, Teodomiro Manzano, ahí se trabaja y se comparten ideas entre chicos de la misma edad, del mismo grado, en su escuela. Adolescentes que se encuentran dentro de sus diferencias y de sus coincidencias, estamos todo un día de clases con ellos, aprendiendo con ellos y de ellos. Nos reciben de maravilla, nos conocemos y platicamos. Las materias de física, matemáticas, educación física y de formación cívica y ética son un buen pretexto para coincidir, jugar y aprender, buscando, sin saber bien a bien quién soy, quiénes son ellos, a través del otro.
Si, es una lástima, solamente fue un día.
La experiencia comenzó con unas palabras expresadas por la alumna del Colegio Madrid Raquel Reyes Luna del 2°E, un pequeño fragmento de ese momento:
“Uno de los objetivos de mi escuela es enseñarnos a través de la práctica, fortalecer nuestros valores mientras aprendemos de distintas formas, conviviendo y compartiendo puntos de vista y maneras de ser con respeto y tolerancia. En mi escuela nos enseñan que las diferencias existen, pero que tenemos que conocer a las personas para comprenderlas y actuar sin miedo.
Estamos aquí para aprender sobre culturas, costumbres, gastronomía y naturaleza diferente a la que tenemos en la ciudad y lo más importante conocerlos y saber sobre ellas. Espero que en esta práctica podamos aprender unos de otros, intercambiar puntos de vista diferentes y llevarnos un buen recuerdo de esta experiencia.”
Hacemos entrevistas, platicamos con la gente del pueblo y visitamos varios talleres, usamos las manos para aprender de otra forma, tejemos el ocoxal, pintamos sueños en piedras de río y sentimos el barro en las manos, algunos incluso hasta en los pies, pero sobre todo sentimos la amabilidad de un hogar humilde, del maestro alfarero que es paciente y nos enseña, de su esposa que nos ofrece un café y un buñuelo, además de sus palabras de abuelos, de esos, de los que todavía hay en los pueblos de México.
¡Así, con todo esto, cómo no íbamos a aprender!
Profesores de la práctica.
Gabriela Rodtiguez
Gran experiencia muy recomendable