Un Recorrido por el Misterioso Mercado de San Juan.

Frida Alejandra Ruiz Velázquez 4020

El reloj marcaba las dos treinta y cinco de la tarde, mi padre y yo bajábamos de su auto que previamente le habíamos confiado a un “viene viene” en un callejón, recuerdo estar ansiosa pero a la vez consternada por lo que me esperaba, pues las leyendas contaban que en este mercado se podrían hallar platillos terroríficos.

Al fin llegamos, sentí un escalofrío caprichoso que iniciaba en mis pies y terminaba en el último de mis cabellos color chocolate, me arme de valor y di unos pasos.

Lo primero que observamos fue un letrero colorido con letras grandes anunciando carne de cocodrilo, ¿cómo era eso posible?, gracias a que ese letrero había enjaulado mi mente, apenas pude notar los ruidos propios de un mercado: un anciano que anunciaba con fervor productos de abarrotes, las risas de unos pequeños niños jugando detrás del negocio de su madre, en fin, todo un sin fin de ruidos, no necesariamente molestos, que llegaban a mis tímpanos.

Y ni hablar de todas las demás cosas que la gente no nota hoy en día de un mercado que me atraparon por varios segundos, sublime lugar de armonía encuentros instantáneos entre personas, donde concurren desfilando las diferentes etapas de la vida.

Entre saludos letargos, historias y despedidas enmarcadas con fruta y comida, en sonrisas percibiendo ambientes que emanan deseos inesperados donde se cruzan miradas con prisas, angustias  y alegrías.

Ahí donde sin tiempo ni distancia el aroma de los alimentos despierta los más bellos recuerdos en el corazón de todo aquel que haya disfrutado de un bello momento almorzando.

Hermoso mercado cubierto en un espacio con grandes alturas iluminadas, donde por sus entradas se siente la caricia del aire que te acompaña, con sus incitantes aromas de frutas y verduras que deleitan los ojos con sus bellos colores, incitantes comidas exóticas que  dan  placer al paladar más quisquilloso, fragancias que antojan el alma, lugar de intercambio y sabores continuos que sacian el hambre humana con sus múltiples anhelos y exigencias del hogar, donde la oferta y la demanda depende de las temporadas.

Exquisito lugar que nos apasiona apapachando el alma.

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