En 25 años, lo que no ha cambiado es lo atolondrado de nuestros alumnos durante los rallys enigmáticos del Centro Histórico.
Hace veinticinco años, en 1993, organizamos el primer rally enigmático a pie por el Centro Histórico de la Ciudad de México y el pasado 14 de octubre volvió a suceder con nuestros alumnos de tercer y quinto semestres. Algunas cosas han cambiado mucho y otras no tanto. Hace 25 años los chicos cargaban con libros de historia, guías de la Ciudad de México y hasta enciclopedias, así como tarjetas telefónicas o monedas para el teléfono público, para marcarle a sus padres por alguna duda; hoy simplemente traen un smartphone con Google y maps.
Las camisetas de color para identificar a los alumnos llegaron para quedarse: en ese primer rally por primera vez se usó una playera azul con la leyenda alusiva al Primer Rally y fue tanta su utilidad, que al año siguiente se extendió para todas las prácticas de campo. Eso sí, comenzamos con el morado republicano por varios años y ahora usamos el “rojo Colegio Madrid”.
Para gestionar los permisos las cosas han cambado mucho: pasamos del fax y el teléfono al correo electrónico; el DF se convirtió en CDMX, y pasamos del antiguo Departamento del Distrito Federal, cuyo regente era nombrado directamente por el presidente (por supuesto del PRI), a las jefaturas electas del PRD y Morena. Nueve gobernantes ha tenido la Ciudad desde entonces. La fisonomía del Centro también se ha transformado; en general para bien.
El diseño de la ruta ha cambado mucho: hemos empezado en Bellas Artes, en el Templo Mayor y en el Ayuntamiento, y acabado en Santo Domingo, en la Alameda, en la Plaza Santa Veracruz y en la Plaza Juárez. Pero siempre ha tenido la misma logística: los equipos de 8 a 12 alumnos reciben un sobre con el mapa del Centro Histórico, su reglamento, un cuestionario con temas diversos y enigmas cuya resolución requiere la visita de un lugar específico. La ruta es lineal, por lo que llegar al sitio especificado por un enigma siempre los acerca al siguiente sitio que se deberá alcanzar. La resolución del último enigma los lleva a una nueva base donde reciben otro sobre, con un nuevo cuestionario y nuevos enigmas. Además se realizan actividades como disfraces, maquillajes, canciones, bailes, cartas, poemas, dibujos, croquis, etcétera. El número de enigmas, bases y actividades sí ha variado. Asimismo, las cámaras polaroid, de revelación instantánea, ya no nos son útiles, y los videos que tomamos han pasado de los cassettes, al DVD y al disco duro; pero las crayolas y el papel periódico para disfrazarse o dibujar, siguen siendo iguales.
Más de veinticinco profesores y trabajadores del Colegio participamos en la logística. Colocar las mesas y sillas de las bases; ofrecerles a los equipos agua, barras energéticas y jugos en algunas de las bases; cuidar los límites del rally para que los entusiastas no emprendieran caminos incorrectos; y por supuesto calificar el rally.
El rally es contra tiempo. Se toma la hora de salida y de llegada. Todos los equipos están obligados a recorrerlo. Pero lo importante es la calificación: cada pregunta del cuestionario incorrecta se penaliza con 5 minutos y cada enigma no resuelto 10; las bonificaciones y los premios restan 10 minutos al tiempo final y abrir el sobre rescate penaliza 45 minutos.
Lo que no cambia es lo atolondrado de nuestros alumnos: primero entusiastas e intensos, pero desconcertados porque todavía no entienden nada; luego cansados, acalorados, hambrientos y quizás enojados a la mitad del rally; pero al final entusiasmados porque son de los primeros en llegar o resignados por las largas horas; los alumnos siempre acaban con una sonrisa y un recuerdo memorable.
Ileana Aguilar
Qué orgullo ser parte de esta comunidad.